viernes, 26 de julio de 2013

El ego

 
El ego es como un adolescente incontrolado, al que tienes que preparar para que sepa cómo ha de aquietarse y que no se desboque, arrastrando todo lo que hay en ese camino.
Igual que ese adolescente que va tanteándote para ver hasta dónde puede llegar contigo, es el ego y si no estas “Al loro”… cuando te quieres dar cuenta, ya no sabes qué hacer, ni cómo parar aquello.
Del mismo modo que un adolescente puede llegar a ser dañino si solo siente frustración, el ego puede terminar siendo igual de dañino, si se crece en miedos y frustraciones. Entonces los miedos están cada vez más presentes, no te dejan ser y pierdes casi tu espontaneidad, no eliges comportarte según lo que nace de ti. Pues, irremediablemente, primero pasas tu naturaleza por ese ego que pone miedos en tus pensamientos.
Tan dañino puede ser ese ego frustrado que no te deja ser, como el que alimentas desde fuera, ese que le dejas se nutra con mucha autoestima y poca humildad.
Nuevamente podemos utilizar la analogía del adolescente para saber que si te enfrentas, siempre y en todo momento a dicho adolescente el resultado será adverso a lo que intentas.

 Así, podríamos seguir utilizando semejanzas, concluyendo que la solución no esta enfrentándote a tu ego, luchando contra él ni tampoco dejándole se mueva en tu mente con toda libertad y sin tomar conciencia de que existe, ese camino te llevará a más frustración, miedos y perderás aún más tu “ser”. Escúchale desde la perspectiva, con objetividad.

Igual que puedes aprender mucho de un adolescente, del mismo modo puedes hacer con tu ego. En armonía y con paciencia, podrás cambiar todo aquello que no te es útil para crecer como persona y sentirte libre en ti.

 Y tu dirás…: ¿De qué me esta hablando? ¿Qué, se supone, es el ego?

 No soy una erudita, tan solo… alguien que habla desde su experiencia. Te hablo de esa idea que tenemos de nosotros mismo. Te hablo de clasificación, te hablo de algo que necesitamos y nos es útil para funcionar en esta sociedad. De lo que hemos ido aprendiendo desde que nacemos y también antes, en nuestro ADN ya va implícito mucho de nuestros comportamientos, carácter, disposición ante adversidades, ante la facilidad para hacer reír o dañar y, según lo que vamos experimentando, se definen unas habilidades u otras.
Te hablo de que todo esto puede estar muy bien, si lo utilizas en beneficio tuyo, es decir si te es útil a la hora de moverte por esta sociedad.

Por tanto, mi conclusión es: Guardar la distancia con los pensamientos que nuestro ego pone en nuestra mente. De este modo, podemos guardar distancia, a su vez… con los sentimientos, cosa que nos servirá para no dejarnos arrastrar por ellos y del mismo modo… tampoco luchar contra lo que sentimos ¿Por qué? Sencillo, tenemos que sentir, es nuestra naturaleza y terminas descubriendo que no hay bueno o malo, todo es como ha de “ser”. Esto nos lleva a sufrir menos por aquellas situaciones difíciles y a vivir más intensamente cuando las situaciones son todo lo contrario.

Terminamos dándonos cuenta que los sentimientos… los pone nuestra mente, pues todo “es”… sin más.

Sabiendo que todo esta en continuo cambio y lo que comienza… ya esta acabando y viceversa. Tal vez, estas reflexiones te llevarán a una pregunta:

 Suponiendo que mi perspectiva sea ésta… ¿Qué hago con dichas reflexiones?

 Nada, solo vivir, día a día… instante a instante. Vivir sin luchar contra tu naturaleza, permanecer inmóvil… en movimiento. En quietud ante lo que sucede, con conciencia de lo que “es”. Descarta la inevitable pregunta que siempre nos hacemos: “¿Por qué me pasa esto… Por qué a mi?” O por el contrario: “¡No merezco tanto!” Todo sucede a tu alrededor, por tanto… ¿Esto no te lleva a pensar, que tu eres suceso también? Y “eso”… es vivir ¿A qué luchar contra la vida? Vivir es prestar atención a cada instante, sabiendo que podrás volver a vivir algo y no será igual pero sí, de nuevo… único.
 

 
 
 
Si cuando tocas el agua, puedes crear ondas... es porque esta en calma.