Es
un hecho que las experiencias de nuestro día a día, son las que nos hacen tomar
unas decisiones u otras. Es obvio que si tu experiencia te dice que si cruzas
una calle cuando pasa un coche, lo probable es que acabes bajo dicho coche, no
hay dudas en qué decisión tomar, no siendo… que tu decisión sea que tienes
intención de acabar bajo ese coche. Ineludiblemente… decides.
Ya
toqué el tema de la trascendencia de las decisiones en nuestras vidas. De su
importancia, que unas decisiones u otras te pueden llevar a cuestionarte qué
estas haciendo, pueden hacerte sentir que no te gusta tu vida, etc. Me
atrevería a afirmar que nuestras decisiones nos llevan a… vivir o… no vivir ¿Y
cómo es eso? Puedes preguntar –si estas vivo… es porque vives-. Básicamente,
estas pensando: -No vivir es estar muerto-.
Y
aquí, según mi punto de vista, es donde se establece la conexión entre
decisiones y vivir. Vivir es decidir arriesgarte. Que, aunque dudes si estar
cerca o no de algo o alguien por temor a terminar sufriendo, decidas vivir esa
experiencia, entregarte a cada instante que pueda provocar tal decisión. O por
el contrario si dudas en dejar algo o a alguien, por temor al qué pasará
después, no quedarse quieto y decidir cambiar lo que sea haya que cambiar.
Vivir
es decidir vibrar de emoción o de tristeza, decidir aprender a cada paso o
dejar lo aprendido a parte, vivir es amar por amar, es escuchar, sentir,
observar, comprender. Vivir es “no olvidarnos”, es aprender a estudiarnos.
Aprender
que aunque sientas tristeza, odio, desesperanza, desengaño, soledad, culpa,
arrepentimiento, resentimiento, agobio, abandono, dudas, miedo y un largo etc.
de sentimientos que te llevan a la frustración… aprender que lo que sientes es
provocado por lo que sucede, aprender que si dichos sentimientos te llevan a la
frustración, es por lo que pensamos de aquello que nos sucede; y aquí, es donde
decides solo sentir, o prefieres convertirlo en frustración. Y si haces el
esfuerzo de “no olvidarte” y estudiarte… terminas siendo el suceso. No te dejas
llevar porque aprendes a ver que “Eso” ocurre ahora… solo ahora.
Aprender
que nunca conseguirás ser y estar plenamente feliz, es perseguir fantasmas,
decide ser y estar en calma, aprende que
nada se queda contigo, todo llega y, de igual modo se va.
Se
me ocurre que si me preguntaran que sintetizara en una sola cosa todo lo
aprendido hasta este mi presente… respondería que lo mejor es tomar las
decisiones desde el interior, así siempre eres consecuente con ellas, así no
dudas si es ahí donde quieres estar. Es decir, si en cada instante decides “no olvidarte”
y estudiarte… estarás, en cada momento…. Donde quieres estar. Por tanto, vivirás
intensamente lo que toque vivir, sin frustración y sin vender tu felicidad a un
“después de”.