Aceptar
no es sinónimo de resignarse ni de conformarse y sí podríamos ponerlo como antónimo
de lucha. No quiero liarlo, tampoco intervenir en nuestra gramática; entre
otras cosas porque no soy quien ni es mi cometido. Tan solo es mi manera de ver
ahora… la aceptación.
Pensamos
que conocemos cada reacción que podemos tener, cada respuesta a cada situación;
con nuestros defectos y virtudes. Nos equivocamos, tan solo conocemos partes de
nosotros –algunas más a fondo que otras- desconocemos lo que se encuentra en lo
más profundo de nuestro ser. Ocurre que por la incertidumbre e inseguridad que
nos provoca, preferimos ignorarlo y la consecuencia inmediata, es la no
aceptación y si no aceptamos, entramos
en un conflicto ignorado que lleva consigo un no terminar de estar bien en
nosotros, surgen inquietudes que queremos acallar llenándolas con deseos o
quejas.
Aceptar
todo, incluso lo que no conocemos de nosotros, es entender que tenemos deseos y
que nos rebelamos cuando algo nos molesta o no sale como esperábamos, es
natural, lo importante es saberlo y “dejarlo pasar” aceptarlo.
Este
puede ser el comienzo para cambiar aquello que nos gustaría cambiar de
nosotros. Si aceptamos, de ahí, puede partir la transformación, ese cambio que
a veces nos inquieta tanto y no conseguimos dar con el modo. Puede que, ese
cambio, no surja del todo, pero si aprendiéramos a amarnos tal cual somos, no
sufriríamos o nos sentiríamos mal, por tanto, quitaríamos más frustración de nuestras
vidas.
Es
por lo que se me ocurre que aceptación podría ser antónimo de lucha porque si
entras en conflicto con lo que no te gusta de ti… aparece el rechazo, la
frustración y hasta la culpa que provoca más frustración. No es fácil aceptar
lo que, como reacción inmediata… rechazas pero, igual que lo que nos gusta de
nosotros, también esta y forma parte de un todo.
Si
nos aceptamos sin más, nos daremos cuenta que parte de ese todo que “somos”… está,
porque existe la otra parte, y esto nos lleva ha verlo de un modo en el que
terminamos amándonos sin condicionarnos. No existe, en ello, resignación ni
conformidad, por el contrario… se pone en marcha el mecanismo de transformación.