Imagino
que la mayoría de las personas opinan que no puede existir bienestar sin
felicidad o viceversa. Es posible, pero con un matiz. Es muy corriente poner
en juego nuestro bienestar en nombre de la felicidad… perdemos el norte y nos
enredamos entre lo que deseamos en cada instante, dejándonos llevar por los
pensamientos que provocan estos continuos deseos. Bienestar es lo que buscamos
ya desde antes de nacer.
Esta
idea me lleva a recordar cómo mis hijos nonatos, me despertaban en mitad de la
noche para que cambiara de posición, pues no estaban a gusto, lo hacía y aquel
renacuajo… dejaba de presionar alguno de mis órganos internos y podíamos seguir
descansando o, allí donde estuviéramos, un paseo, compras, comenzaba ha moverse
como si pretendiera escapar, bebía algún líquido y, de nuevo, reinaba la calma.
Es decir, buscaban estar cómodos, su bienestar. Consecuencia, en ese instante…
ya estaban felices, sin más. Cierto es que, en ese momento de nuestras vidas…
era fácil sentir felicidad, nuestra mente aún no clasificaba ni demandaba más… que
lo básico para estar bien.
Si
sigo el hilo de estos pensamientos, me llevan a que no es tan difícil estar
feliz. El conflicto nace en el momento en que nos empeñamos en ser felices. Cuando…
no podemos ser algo determinado en todo momento, tan solo “Ser” en cada
instante. A ver, el día tiene veinticuatro horas, dime: ¿Cuántas cosas eres a
lo largo de esas horas? O mejor… ¿Cuántos papeles desempeñas durante ese
tiempo? Eres el oficio que tengas durante parte de esas horas, compañero,
amigo, padre, hijo, vecino, etc. … etc. Pero eso es lo que eres para cada una
de esas personas, es lo que haces ¡No te convierte en ello! ¿Qué ocurre? Que nos
empeñamos en ser todo eso y, al final no terminamos de ser nada de eso porque son
etiquetas, etiquetas que nos ponemos y ponemos para movernos por esta nuestra
sociedad.
Ocurre
que nos terminamos perdiendo entre tantos papeles a interpretar y olvidamos
nuestro “Ser”. Según mi opinión, esto es lo que nos lleva a confundir bienestar
con felicidad. No necesitamos tanto, deseamos, buscamos insaciables fuera… todo
lo que creemos nos llevará a nuestro mejor bienestar, aunque en el fondo lo que
creemos es que ese deseo será el ultimo, ese con el que acabaremos de estar
siempre felices, nos decimos: “Si consiguiera una cama más cómoda descansaría
mejor” posiblemente “Si tuviéramos más dinero para irnos de vacaciones a otro
sitio… sería genial” claro “Si mi compañero de trabajo no fuera tan insufrible…
trabajaría mejor” sin duda. Lo real es que nuestro bienestar lo unimos a todos
nuestros deseos y nuestros deseos… son solo eso, deseos. Me viene a la memoria
una frase que todos habremos escuchado unas cuantas veces: “Ten cuidado con lo
que deseas, que se puede cumplir” tus deseos te llevan a estar o no estar
feliz. Intenta conseguir esa cama mejor pero no pongas tu felicidad en juego en
el intento, solo busca el estar mejor. Si te estas yendo de vacaciones con
quien, realmente… quieres estar de vacaciones… ¿Qué importa el sitio? ¿Puedes
cambiar a tu compañero? Es como es y es… su problema, no el tuyo. Quero ir a
parar a un hecho, en todos esos momentos busca tu bienestar, crea en tu mente
pensamientos que te lleven a estar bien y de modo natural… vendrán esos
instantes de felicidad.
Con
esto no quiero decir que no deberíamos desear o que es malo. Todo lo contrario,
así es como podemos terminar sabiendo lo que queremos y lo que no. Y aquí es
donde esta la otra cuestión… normalmente, sabemos lo que no queremos, cosa que
esta muy bien aunque deberíamos de concretar más lo que queremos en nuestras
vidas, para no volvernos a perder en nuestros deseos o terminar gastando
energías, en rechazar todo aquello que no queremos. Todo esto… ¿No te lleva a
pensar que tenemos más “control” de nuestras vidas del que creemos? Me explico,
si nos limitáramos a buscar aquello que es natural en nuestro ser interior, no nos
preguntaríamos tan a menudo, por qué haces esto o aquello, por qué no cambias
lo de aquí o lo de allá. Sintiendo frustración… las cosas no cambian, “sintiéndote”…
todo ocurre naturalmente, pues los deseos que tenemos cuando “te sientes”… son
los que manan de nuestro ser interior y no nos agotamos ni frustramos, buscando
en el exterior lo que no necesitamos para tan ansiada felicidad.
El bienestar, también es un estado en el que buscas tu tranquilidad y satisfacción humana. Obviamente esto engloba, un bienestar social, económico, salud, familiar, laboral. Aquí es donde esta ese matiz, es algo que implica tanta subjetividad que nadie puede decir a ninguno… donde esta su punto de bienestar, donde puede llegar a encontrarlo. Quizá, la solución esta en dejar de buscar tanto y sentirnos más, dejando de luchar contra todo lo que no queremos.
Porque…
al final, nuestro mundo -ese que vamos eligiendo y creando, según nuestro punto
de bienestar- nos guste o no, lo admitamos o no… lo creamos nosotros, si
estamos en continua lucha con ese mundo que nos rodea y quejándonos de aquello
que hay a nuestro alrededor… ¿No estamos diciendo algo sobre nosotros mismos?
¿Será que no terminamos de estar a gusto con nosotros mismos? Y es lo que se
refleja en nuestro entorno, primero tenemos que estar bien en nosotros, no en
nuestro entorno. Eso viene después.
Cuando
estoy bien en mi… estoy bien… en donde quiera que este ¿No es así? Demos
prioridad a nuestro bienestar emocional y la felicidad vendrá natural, aunque
no se quedará, no olvidemos que es tan solo un estado, que reconocemos y
disfrutamos porque hemos sentido lo contrario.