jueves, 22 de agosto de 2013

Bienestar o felicidad


Imagino que la mayoría de las personas opinan que no puede existir bienestar sin felicidad o viceversa. Es posible, pero con un matiz. Es muy corriente poner en juego nuestro bienestar en nombre de la felicidad… perdemos el norte y nos enredamos entre lo que deseamos en cada instante, dejándonos llevar por los pensamientos que provocan estos continuos deseos. Bienestar es lo que buscamos ya desde antes de nacer.

Esta idea me lleva a recordar cómo mis hijos nonatos, me despertaban en mitad de la noche para que cambiara de posición, pues no estaban a gusto, lo hacía y aquel renacuajo… dejaba de presionar alguno de mis órganos internos y podíamos seguir descansando o, allí donde estuviéramos, un paseo, compras, comenzaba ha moverse como si pretendiera escapar, bebía algún líquido y, de nuevo, reinaba la calma. Es decir, buscaban estar cómodos, su bienestar. Consecuencia, en ese instante… ya estaban felices, sin más. Cierto es que, en ese momento de nuestras vidas… era fácil sentir felicidad, nuestra mente aún no clasificaba ni demandaba más… que lo básico para estar bien.

Si sigo el hilo de estos pensamientos, me llevan a que no es tan difícil estar feliz. El conflicto nace en el momento en que nos empeñamos en ser felices. Cuando… no podemos ser algo determinado en todo momento, tan solo “Ser” en cada instante. A ver, el día tiene veinticuatro horas, dime: ¿Cuántas cosas eres a lo largo de esas horas? O mejor… ¿Cuántos papeles desempeñas durante ese tiempo? Eres el oficio que tengas durante parte de esas horas, compañero, amigo, padre, hijo, vecino, etc. … etc. Pero eso es lo que eres para cada una de esas personas, es lo que haces ¡No te convierte en ello! ¿Qué ocurre? Que nos empeñamos en ser todo eso y, al final no terminamos de ser nada de eso porque son etiquetas, etiquetas que nos ponemos y ponemos para movernos por esta nuestra sociedad.

 Ocurre que nos terminamos perdiendo entre tantos papeles a interpretar y olvidamos nuestro “Ser”. Según mi opinión, esto es lo que nos lleva a confundir bienestar con felicidad. No necesitamos tanto, deseamos, buscamos insaciables fuera… todo lo que creemos nos llevará a nuestro mejor bienestar, aunque en el fondo lo que creemos es que ese deseo será el ultimo, ese con el que acabaremos de estar siempre felices, nos decimos: “Si consiguiera una cama más cómoda descansaría mejor” posiblemente “Si tuviéramos más dinero para irnos de vacaciones a otro sitio… sería genial” claro “Si mi compañero de trabajo no fuera tan insufrible… trabajaría mejor” sin duda. Lo real es que nuestro bienestar lo unimos a todos nuestros deseos y nuestros deseos… son solo eso, deseos. Me viene a la memoria una frase que todos habremos escuchado unas cuantas veces: “Ten cuidado con lo que deseas, que se puede cumplir” tus deseos te llevan a estar o no estar feliz. Intenta conseguir esa cama mejor pero no pongas tu felicidad en juego en el intento, solo busca el estar mejor. Si te estas yendo de vacaciones con quien, realmente… quieres estar de vacaciones… ¿Qué importa el sitio? ¿Puedes cambiar a tu compañero? Es como es y es… su problema, no el tuyo. Quero ir a parar a un hecho, en todos esos momentos busca tu bienestar, crea en tu mente pensamientos que te lleven a estar bien y de modo natural… vendrán esos instantes de felicidad.

Con esto no quiero decir que no deberíamos desear o que es malo. Todo lo contrario, así es como podemos terminar sabiendo lo que queremos y lo que no. Y aquí es donde esta la otra cuestión… normalmente, sabemos lo que no queremos, cosa que esta muy bien aunque deberíamos de concretar más lo que queremos en nuestras vidas, para no volvernos a perder en nuestros deseos o terminar gastando energías, en rechazar todo aquello que no queremos. Todo esto… ¿No te lleva a pensar que tenemos más “control” de nuestras vidas del que creemos? Me explico, si nos limitáramos a buscar aquello que es natural en nuestro ser interior, no nos preguntaríamos tan a menudo, por qué haces esto o aquello, por qué no cambias lo de aquí o lo de allá. Sintiendo frustración… las cosas no cambian, “sintiéndote”… todo ocurre naturalmente, pues los deseos que tenemos cuando “te sientes”… son los que manan de nuestro ser interior y no nos agotamos ni frustramos, buscando en el exterior lo que no necesitamos para tan ansiada felicidad.

 Concretando, si nos empeñamos en ser felices… solo conseguiremos perseguir una ilusión, terminando esclavos de nuestros deseos, pues todo esta cambiando a cada momento y si consigues un instante de felicidad es porque en el instante antes… no lo estabas y viceversa ¿Qué te dice esto? Que tan solo, la felicidad… es un estado.



El bienestar, también es un estado en el que buscas tu tranquilidad y satisfacción humana. Obviamente esto engloba, un bienestar social, económico, salud, familiar, laboral. Aquí es donde esta ese matiz, es algo que implica tanta subjetividad que nadie puede decir a ninguno… donde esta su punto de bienestar, donde puede llegar a encontrarlo. Quizá, la solución esta en dejar de buscar tanto y sentirnos más, dejando de luchar contra todo lo que no queremos.

Porque… al final, nuestro mundo -ese que vamos eligiendo y creando, según nuestro punto de bienestar- nos guste o no, lo admitamos o no… lo creamos nosotros, si estamos en continua lucha con ese mundo que nos rodea y quejándonos de aquello que hay a nuestro alrededor… ¿No estamos diciendo algo sobre nosotros mismos? ¿Será que no terminamos de estar a gusto con nosotros mismos? Y es lo que se refleja en nuestro entorno, primero tenemos que estar bien en nosotros, no en nuestro entorno. Eso viene después.

Cuando estoy bien en mi… estoy bien… en donde quiera que este ¿No es así? Demos prioridad a nuestro bienestar emocional y la felicidad vendrá natural, aunque no se quedará, no olvidemos que es tan solo un estado, que reconocemos y disfrutamos porque hemos sentido lo contrario.

 
Sintamos nuestro bienestar emocional, disfrutemos de los momentos felices… sin más.