Dime una cosa
Cuando mejor me concentro en mi misma, es entretenida en mi día. En esto andaba, cuando me vino una idea de cómo intentar explicar el por qué en mi sentir de la vida. Esta inquietud por compartir algo, que a mí, me hace mucho bien.
Pienso, es más, siempre he creído que todas las sensaciones de amor, temor y emociones fuertes, fluyen desde cerca del ombligo. Porque a la altura del ombligo es donde tenemos nuestro centro energético. Desde donde nacemos, visto así… ¿Tiene algo de sentido?
A ver, cuando sentimos estar enamorados…:
¿Qué decimos que tenemos en el estómago?
Mariposas ¿No?
Y cuando percibimos un peligro…:
¿Qué sientes, antes incluso, de que tu corazón se acelere?
Aquello que decimos: “Y se me encogió el estómago”… ¿No?
Vale, mi explicación a esto (Que no sé si es la correcta y estará bien planteada, solo puedo decir que así lo vivo yo) lo que siempre he creído es que ahí –cerca del ombligo- es donde reside nuestro ser interior, instinto, intuición, etc. Cualquiera de estas palabras es válida. “Mi Pepito Grillo” lo llamo yo, porque desde ahí fluye toda nuestra energía.
Por tanto, esto nos lleva a pensar que algo de cierto hay en que tenemos un yo interior, que no dejamos crecer, porque esta nuestro yo exterior –“Yo de a diario” lo llamo-, reduciéndolo, para dominarnos con los miedos y las frustraciones, en todo momento.
¿Cuántas veces te has cortado de decir o hacer algo por miedo?
Sí, aquello de estar a gusto en una conversación (Por ejemplo) y no decir algo gracioso por miedo a que se rían de ti o no entiendan la broma.
Aquello de que se te cae algo que llevas en las manos, o tropiezas y, te “cortas”, sientes vergüenza y miras para los lados en busca de que nadie se haya dado cuenta. Esto son temores que, tu yo exterior tiene clasificados así y te hace siempre reaccionar de esa manera, dime.
¿Qué piensas cuando es a otro al que le ocurre?
Cuando es que tropieza… puede que te rías o, le ayudes ¿Y no es normal?
Lo es, es algo natural, las dos reacciones lo son. Todos nos tropezamos alguna vez (o incluso nos caemos) y siempre habrá el que se ría y el que intente ayudarte. Todos sentimos ante ello…: vergüenza. Por tanto, reacciona con naturalidad, no disimules y sé el primero en reírte, porque ese será tu yo interior. Él es natural y espontaneo siempre, y así busca que seamos.
¿No te sentirías más libre si, en esas situaciones, desapareciera ese miedo al ridículo?
Cuando un niño está aprendiendo a andar… se cae. Reacción: si no se ha hecho daño, se levanta y sigue intentándolo, si se ha hecho daño… es otra historia. Pero no siente ridículo, para él, aún es algo normal. Su yo exterior todavía no ha tenido una experiencia para clasificarlo dentro de la casilla: “vergüenza, te sientes ridículo”. Por tanto, claro que nos sentiríamos más libres sin esos temores.
Es decir, es la razón para que nuestro yo exterior nos haga sentir miedo y tenernos sujetos por nuestras experiencias pasadas que, en definitiva es eso: Pasadas. Ahora… es el: Aquí y ahora. Reírte… es tu primera reacción, cuando te ocurre algo de esto -aunque lo niegues… lo sabes- Ríete, sin mirar a los lados y veras como cuando mires no habrá a tu alrededor risas escondidas, te miraran sonriendo y, hasta puede que haciendo algún comentario de ánimo y, si no es así… ¿Qué importancia tiene? No te frustres, tú has conseguido no sentirte mal… ¡En ese instante! qué más da lo que piensen a tu alrededor. Lo que piensas tu, es lo que te hace libre o esclavo de ti mismo. A todos nos ocurren cosas “ridículas” alguna vez. Es algo normal, por tanto: naturalidad.
Bueno, me he extendido un poco en la explicación del ejemplo y no sé si he conseguido hacerme entender a dónde voy. Es complicado explicar sensaciones.
¿Cuántas veces te has dicho: “No si la primera intención… es la que vale”?
La primera intención fluye de una sensación, que desechamos cuando la filtramos a través de los pensamientos. Elegimos o reaccionamos sobre la experiencia pasada, en vez de fiarnos de…: esa primera impresión o reacción. Es decir, escuchamos y obedecemos a nuestro “Yo exterior” que por tener todo identificado y encasillado por lo vivido… nos guía con la intención de no sentir sufrimiento.
¿Qué ocurriría si hicieras caso a tu instinto?
Pues que cada vez se haría más fuerte, más seguro, más natural, más espontáneo y más sabio… ¡libre!.
¿Tú crees? Puedes dudar
Sí, respondo. Si preguntas esto, es porque has pensado en algún miedo o temor a algo. Dime:
¿Te estás sintiendo libre con dicho pensamiento? O por el contrario ¿No es una respuesta, por una experiencia pasada, que te hace ser esclavo de ti mismo? Tú eliges cómo quieres sentirte en cada instante vivido.
Sí, es complicado y muy difícil de conseguir pero merece la pena, te lo aseguro.
Solo puedo decir que desde que escucho y hago más caso a mi “Pepito Grillo” me siento más libre dentro de mí. Hago caso a esa primera sensación y paso de lo que piensen a mí alrededor. Soy así, ahora sí, es mi yo el que habla, se mueve, reacciona en la gran mayoría de mis instantes vividos. Y pienso que a quien le parezca bien… guay y, a quien no le guste como soy… pues que siga su camino. Eso estoy haciendo yo.
No daño a nadie, recuerda que todas las sensaciones (No reacciones) sensaciones fuertes fluyen del mismo sitio, por tanto, si actúas así… siempre sabrás qué hacer o decir para no herir a tu alrededor a nadie. Si te mueve algún sentimiento para hacer daño a alguien… será un “senti-mente” es decir ”Tu yo exterior” que por frustración, miedo a sufrir… reacciona.
No me daño yo –al contrario me siento feliz mucho más a menudo que antes- porque soy más libre y, siempre intento reaccionar con naturalidad ente cualquier situación. Por tanto… ¿No merece la pena intentarlo?
Si partimos de la base que nuestro ego no somos nosotros. Nuestro ego o “Yo de a diario” es ese ser exterior que necesitamos y es útil para movernos en nuestra sociedad y, a la vez, admitimos, escuchamos y hacemos caso a esa vocecita que nos habla al oído, para comportarnos con naturalidad, espontaneidad y ser sinceros con nuestro entorno… conseguiremos un equilibrio y una paz interior que nos hará más libres y más felices, sin más. Porque no nos influirá tanto lo que ocurre a nuestro alrededor.
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